Tiempo de Perdón
¿Por qué cuesta pedir perdón? Cuesta pedir perdón porque somos débiles. Todas mis fuerzas no bastan para salvarme ni para solucionar todos mis problemas. Por eso necesito a Jesucristo, que me salva y me otorga el don del perdón.
En numerosas ocasiones vemos que alguien hace algo que nos hiere y pensamos mal de él. Pero debemos entender que no hay sistemáticamente mala voluntad en el otro. Debemos aceptar a los demás como son, incluyendo la posibilidad de que se equivoquen, pues deseamos que los demás hagan lo mismo con nosotros.
Perdonar no es justificar el mal o apoyar una injusticia; debemos perdonar a pesar del daño que el otro nos ha hecho y aunque el otro no muestre arrepentimiento. Hay que pensar que en muchas ocasiones, la otra persona tiene un bloqueo o un mecanismo de defensa que le impide reconocer su culpa.
Perdonar no solo libera al otro de la culpa sino que también me libera a mí. En ocasiones se puede vivir cegado por el rencor, guardar factura por el daño recibido y vivir con una fijación con quien me ha hecho daño. Perdonando me libero de esta obsesión.
El Evangelio nos muestra que Dios nos concede el regalo de recibir su perdón si antes nosotros se lo hemos otorgado a otros. El perdón me capacita para amar con un amor tan puro, gratuito y desinteresado como el suyo.
“Perdónanos, así como nosotros perdonamos a los que nos ofenden”, rezamos en el Padrenuestro. Así que, aunque cueste pedir perdón y perdonar, vale la pena intentarlo siempre, pues no existe nada más liberador.
Sigamos aprovechando este tiempo de conversión, gracia, perdón y reconciliación que nos ofrece la santa Cuaresma.
Francisco Prieto Rodríguez, pbro.
Párroco.
Dejar un comentario
¿Quieres unirte a la conversación?Siéntete libre de contribuir!